Una imagen que rebaja el nivel de estrés e irradia armonía y bienestar natural. Esta imagen muestra la ubicación de nuestras colonias y colmenas. Mucha naturaleza, mucha libertad para que las abejas busquen néctar, polen y resina de los árboles. La gran variedad de plantas y flores, rodeadas de montañas y aire fresco, ofrecen a nuestras abejas un hábitat ideal.

ABEJAS FELICES

Nuestros apasionados apicultores tratan a las abejas con esmero. Les proporcionan los recursos necesarios (por ejemplo, té de abeja) y las mantienen abastecidas. Las colonias de abejas no sólo producen los típicos productos apícolas como miel, polen, propóleos y jalea real, sino también productos apícolas puros y de alta calidad. Para garantizar que los apicultores reciban productos apícolas de alta calidad, las abejas se alimentan con productos naturales y soluciones alimenticias. Nuestros apicultores no utilizan pesticidas ni antibióticos ni otros residuos de medicamentos veterinarios. Tenemos que saber una cosa: sin las abejas, todo nuestro organismo se derrumbaría; gracias a ellas y a su polinización de las plantas tenemos organismo.

"Cuando la abeja desaparezca de la tierra, a los humanos sólo les quedarán cuatro años de vida"

- Albert Einstein

PRODUCTOS APÍCOLAS PUROS

El aire puro de las idílicas regiones rurales se refleja en los productos de las abejas. No sólo se reconoce lo limpias y puras que son las colmenas y las zonas de cultivo, sino también la cosecha de las abejas. También hemos plasmado esta pureza en nuestros productos. Tinturas de propóleo puro, cuya calidad no sólo se aprecia por su color oscuro, sino también por su sabor. Jalea real liofilizada, que conserva todas sus vitaminas gracias al proceso especial de liofilización. La jalea real es un excelente complemento alimenticio para el organismo. De las mejores colonias de abejas, lo mejor para nuestros congéneres. Probablemente el animal de granja más pequeño nos fascina cada día de nuevo, y por ello es aún más valioso e importante procesar estos productos apícolas de la máxima calidad y pureza procedentes de las mejores provincias idílicas, por ejemplo Letonia, Nueva Zelanda o Hungría.